lunes, 4 de abril de 2011

LOS SUEÑOS Y LA LUZ:APROXIMACIÓN A LA POESÍA DE LEYLA QUINTANA


Imagen de Jon Sullivan


LOS SUEÑOS Y LA LUZ:
APROXIMACIÓN A LA POESÍA DE LEYLA QUINTANA



Por André Cruchaga



Enfrentada, en suma, por una poesía que deriva en lo político, Leyla Quintana, asume una escritura de condensación moral, aun muy joven para tener esa convicción arraigada; dominada por las circunstancias, se abate en una poesía de emergencias, la que más tarde derivaría en testimonio de la transición democrática, de la cual el País no sale todavía.
Aquélla era una época donde se pensaba en la redención política, más allá de los individualismos y escepticismos que afirmaban o negaban cierta clase de poesía, cierta escritura. Era sin duda, poesía de emergencia, entrelazada entre los racionalismos y los sueños. En este sentido, prefiero no hablar de poesía de compromisos, porque al cabo, toda poesía con un mínimo de oficio lo es; prefiero decir, que la poesía de Leyla encarna, no la sacralidad ni el hedonismo, sino esa poesía que encarna compromisos civiles y ciudadanía: su poesía es producto de aquella convulsión histórica y revolucionaria. Y como tal hay que abordarla.
El investigador Lara Martínez, en: “Amada Libertad: en la otra esquina de la tristeza guerrillera”, lo deja muy bien planteado: Lo real de la guerra, antes de la trascendencia de una mañana, es la presencia de un dolor, el cual además de “padecer de pueblo”, convida la demencia.” Más que demencia, diría, es un permanente sufrimiento, la angustia, el terror, el caos, que de pronto provocan un revuelo de emociones. Esta muestra que tengo en mis manos de 246 folios, me dice que Leyla, había madurado, la guerra misma le había cimbrado esa adustez desesperanzadora. En el diario trajinar, de una posta a otra, de un campamento a otro, ella, la mujer, la combatiente, la poeta,


Desdoblo(aba) [1] la mirada de los cañaverales
oliendo a dolor y sufrimiento.
Desdoblo la mirada de los cañaverales
oliendo a dolor y sufrimiento.
Un niño por hambre agrieta sus venas
y arrolla tempestades.
una mujer violenta la calma
y aulla el silencio de pan y leche
un hombre cañal a cuesta
el viacrucis termina
crucificándolo sin piedad
al final del camino de la muerte.
(Poema: En los cañaverales)

Aparte del buen uso de los recursos retóricos, sobre todo, la imagen y la metáfora, cuyo dominio le da consistencia a su escritura, encuentro a una poeta lírica en el sentido más sublime de la palabra. A veces ficcional en tanto sus tareas revolucionarias y clandestinas, marginal en cuanto aborda una serie de elementos, espacios, gentes que han vivido de soslayo, al borde de la miseria, y por consiguiente, en el precipicio del caos y el vejamen.
Gabriel Celaya, en el prólogo a “El hilo rojo”, Visor, 1979, expresa:”como muchos de los poemas que recojo fueron escritos en circunstancias que el lector joven no habrá vivido,” ésta es una verdad que por tal no permite la discusión. El mérito, a parte del literario, que tiene este libro de Leyla Quintana, radica en ese encuentro con el “paisaje” caótico de la época, la lucha revolucionaria que se extendió por todo el País. Aquí el sujeto poético irrumpe en esa especie de infierno, poesía sin ropa enfrentada y enfrentando la realidad. Así,

Una desoladora corriente de gritos
agita sus alas al compás de la historia.


Un cautivo relámpago ensordece los corazones
que hoy sus sueños pretenden.
(Poema: Confesión)

“Es extraño que a veces olvidemos que el hombre/ nació para la dicha y el mundo de colores”, la libertad habitable, el amor y, en cambio tengamos el hambre, el llanto, la tiniebla y la violencia como trasmundos de estos sueños, a menudo, sueños ensimismados por el fragor de la misma subsistencia.
En la poesía de Leyla Quintana, hay además, una reflexión permanente entre el compromiso histórico, con el País, con su vida personal y la cotidianeidad. Su obra poética, que ha sido compilada y guardada celosamente por su madre, “es armable y desarmable; pasada, presente y futura; contextualizable y recontextualizable. Es así una poesía dinámica y dialéctica: no es, por cierto, “letra muerta”. Su poesía estará entonces apareciendo y reapareciendo a lo largo del tiempo en una gran diversidad expresiva.”

Cuando me muera
no me iré del todo
quedaré en tus anhelos e ideales
quedaré en las letras que un día
escribí en el odio
estallaré en mil y mas auroras
y seguiré amaneciendo
en la conciencia afilada de todos.
(Poema: Epitafio)

A menudo me la encuentro en su poesía como una médium manifiesta de momentos críticos y decisivos: llena, por lo demás, de pesimismo y la desesperanza, en ocasiones implícita o explícitamente en el poema esta manera de percibir el mundo.
Es sin duda alguna, “una realidad histórica, social, política y económica en la cual “[bajo] la apacible superficie de la tierra se gestan vastos movimientos”. Con tenacidad hace trascender el misterio de la palabra, la muerte insepulta, la vida que nos aporta el conjunto de los féretros, las tristezas que nos martillan las sienes, el fuego que nos quema con su cólera, el obrero combatiendo con su resistencia, el hambre que perdió su imán de tortillas. En fin, sus nostalgia unidas a la vida diaria.

A vos:
Los nietos de los hijos que nunca
pude engendrar,
mis zapatos agujerados porque
nunca amanecieron.
El coraje que mi fe en vos mantiene
el brillo en la almohada de la esperanza,
la marcha que no pude entretener
porque un cincel de oscuridad me acorralaba.
La casa de mi locura donde dejo
Las furiosas letanías de tu vientre.
Y finalmente mis caminos
en ellos encontraras regada la madrugada,
un sinfín de cabellos bañados en la mirada
por un rayito de sol que en mi balcón asoma.
(Poema: Lo que dejo)

El diario vivir —reitero— es también un compromiso del poeta y no tiene por qué ser diferente a la lucha, a los valores que sustentan una vida. La poeta amó y tuvo fantasías, junto seguramente, a muchas frustraciones y vicisitudes. Sufrió el resabio histórico en su más cruel faceta. De ahí el tono de las imágenes, entrañables y certeras que muestran su mirada de ser humano. A veces hay altavoces y silencios, imágenes como esta de noviembre, “sedienta de libertad” y, en consecuencia, condensadas de humanidad.

DISFRAZ


Camuflajeo mis sentimientos
porque a estas horas de la tarde
es peligroso perder la dignidad
en manos de los arranca sueños.




NOVIEMBRE


El calendario de mi valor embute en el recuerdo
días pintados de sangre, angustia y dolor.
Las acuarelas que encendieron los gritos
Estallan en la frente de mi pueblo.


Todos los sabemos, nadie lo divulga:
la mordaza pasa su cuenta,
torturando a la verdad se encuentra.
furia incontenible empapa la conciencia de la humanidad
y millones de esquirlas sedientes de libertad
penetran en las entrañas que parirán
la tan anhelada Paz.

Su poesía adquiere textura y razón de ser, en un paisaje, en su entorno específico y al mismo tiempo, en el vitral de su ánimo, en el lenguaje donde cada palabra tiene sentido sacrificial. Leyla no fue la muchacha de mariposas, despierta por los asombros maniqueos de nuestra sociedad, entró al mundo real en su primavera y despertó sólo en la palabra. Un mundo distorsionado en sus juegos bestiarios, un mundo de fábula y metamorfosis, una ficción históricamente enmascarada. Diré que sus poemas tienen ese nosotros en las pupilas: el País, duele, como lo he dicho en más de un poema. Pero nos sobrevive la escritura como esencia permitida de la realidad misma. Leyla, —no sé si de manera consciente—, estableció un gran diálogo entre poesía y realidad. Ese hallazgo nos lo expresa así:



PAÍS


Hice café en tu ausencia,
para darle paciencia a la esperanza;
Un cigarro acompaña la espera
que en humo se vuelve
Al compás de las cenizas.
sé que volverás a ser vos,
a verter calles de quietud,
siembras de alegría,
paisajes de amor,
y por eso,
espero. No me pregunto por qué.




EL PAN NUESTRO: EL COMPA LO DIO.


Sega esta herida que distrae mi corazón
cósela con tu ternura
encontra un hilo de paciencia
y quédate en mi imaginación.


para vos para mí
el mundo de la paz
será la mejor clínica
que alcanzaremos.


Quédate en mi mirada
trabajando con tus palabras
bajo ese mundo que soñamos
algún día vivir
y que ahora con la guerra construimos.
03/02/90


Esta suerte de poesía que apenas queda esbozada en esta aproximación, debe pasar a formar parte de nuestra historia. Cuando leo a Leyla, su poesía, pienso en la esencia de los sentimientos genuinos, en el tiempo intrincado, en su espiritual naturaleza. Queda el deber, y “la posibilidad de generar un excedente ficcional” a partir de todos sus textos. He aquí la razón de ser del título de este esbozo: “LOS SUEÑOS Y LA LUZ: APROXIMACIÓN A LA POESÍA DE LEYLA QUINTANA”. Por suerte, la poeta, dejó escrito su testimonio:

ANTES


Solía correr por las calles
cantar en las mañanas
gritar por la tarde
y sabotear por la noche.
no, no era una rutina
era más bien una de las tantas formas
de expresar mi oposición al dolor
mi acercamiento a mis muertos
y nuestros amor a la paz
que tejemos día a día
con el dolor de muchos de nosotros.

André Cruchaga,
Barataria, 24.III.2011

[1] El sufijo en mío a efectos de concordancia con mi planteamiento discursivo.

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