miércoles, 11 de diciembre de 2024

VANGUARDIA: SURREALISMO EN EL SALVADOR (APUNTES)

 

Imagen pintura de Yves Tanguy

VANGUARDIA: SURREALISMO EN EL SALVADOR (APUNTES)

 

 

 

Hay quienes escriben para lograr los aplausos humanos mediante nobles cualidades
del corazón que la fantasía inventa o que ellos puedan tener. Pero yo hago servir mi
genio para representar las delicias de la crueldad. Delicias ni efímeras ni artificiales,
sino que, nacidas con el hombre, terminarán cuando él termine.

CONDE DE LAUTRÉMONT

 

De pronto los arados adquieren importancia para mí. Lo mismo que los surcos.

Me gustaría arar un campo y que alguien espantara a mi alrededor las molestas moscas.

ANDRÉ FRÉDÉRIQUE

 

 

Empecemos por decir que el panorama crítico de la poesía surrealista en El Salvador es accidental por cuanto no existe clara filiación al mismo, no obstante existir una poesía forjada en los cimientos del surrealismo y la vanguardia. Por ello nos preguntamos, ¿existe el surrealismo en El Salvador, un surrealismo distinto al francés con una conciencia centroamericana, ajeno a la gestualidad y al talante ideológico y corporativo de su predecesor francés, pero no menos auténtico y ligado a sus inquietudes originales? Es una de las tantas cosas que deseamos dejar dilucidadas en este trabajo. Si bien el vanguardismo tuvo sus inicios a finales del siglo XIX con el fin de la Primera Guerra Mundial. A partir de entonces el movimiento experimentó un auge importante, sus exponentes fueron muy exitosos hasta mediados del siglo XX, caso de la Generación comprometida en El Salvador y, cuyo rostro visible es Roque Dalton y Alfonso Quijada Urías; posteriormente, David Escobar Galindo que no aparece adscrito a grupo alguno, pero que parte de su poesía muestra una clara tendencia surrealista como en: «El Gorrión en la catacumba», Ediciones rondas, Barcelona, 1982, «El guerrero descalzo», UCA Editores, San Salvador, 1990; Piedra y Siglo, grupo en el que sobresale Julio Iraheta Santos y José María Cuéllar. Aunque este vanguardismo se dirigió siempre a la lucha política e ideológica (tan necesaria en nuestro país) y no precisamente a la renovación estética, aunque la hubiese.

En un ensayo de Alfonso Velis Tobar, intitulado: «Sobre los orígenes y formación de las «vanguardias literarias en El salvador, Centroamérica», del cual André Cruchaga fue el mediador para un libro (2013) que estaba preparando Floriano Martin, «Vanguardias literarias en El salvador, Centroamérica», se repite la historia, hace una interesante e injundiosa sinopsis del surgimiento del vanguardismo. Digamos, dice Velis Tobar, «que los vanguardismos literarios aquí en El Salvador, han tenido según las generaciones hasta hoy, rasgos de esos «ismos» como, el surrealismo, el existencialismo, el exteriorismo, más que todo en la poética, la narrativa, también ha prevalecido esa vanguardia del realismo crítico, del realismo social, o realismo socialista y del «Absurdo», y en el fondo cierta tradición lirica en el lenguaje. Como en los poetas de la llamada «Generación Comprometida» (1950), rompen, protestan enérgicamente.»

Ya sabemos que su nacimiento se asocia con la ferviente oposición de la sociedad de artistas europeos hacia el sistema burgués imperante en la Europa del siglo XIX.  En realidad, no estamos seguros de que en nuestros países se haya dado una verdadera Revolution Surréaliste. La poesía de vanguardia está ligada en El Salvador a la dictadura de Martínez; de la década del 40 en adelante a la época actual existe cierta pervivencia del surrealismo más como accidente que como algo pensado, en particular; y, la vanguardia en general. No ha existido un movimiento como tal, y tampoco podemos constatar que los poetas desde esa época al presente dirijan su poética alrededor de la teoría de lo inconsciente y de lo irracional como medio para cambiar la vida, la sociedad, el arte y el hombre por medio de la revolución. Esto es importante en tanto referente de una poesía contestataria derivada de las circunstancias sociopolíticas y económicas (realismo social), pero no necesariamente encaja con el surrealismo, sin que ello signifique evasión de la realidad.

También es harto conocido que su aparición en Latinoamérica surgió como producto de los grandes cambios políticos y sociales derivados de la Primera Guerra Mundial y la guerra civil española. Sus primeros autores tomaron los postulados y características de aquellas formas del vanguardismo en el continente americano que surgió como una respuesta al ascenso de las clases que se oponían al sistema capitalista en crecimiento, que se mezclaron con las ideas de protesta de las clases trabajadoras. Esto ha sido más visible en México y Sudamérica y como íconos tenemos A Octavio Paz, Elías Nandino, Salvador Novo, Xavier Villaurrutia, César Vallejo, Javier Sologuren, César Calvo, César Moro, Emilio Adolfo Westphalen, Xavier Abril, André Coyné; en Chile, fundamentalmente el grupo que conformó Mandrágora, Jorge Cáceres, Enrique Gómez Correa, Braulio Arenas y Teópfilo Cid; en Argentina, destacan Olga Orozco, Alejandra Pizarnik, Aldo Pellegrini, Enrique Molina entre otros de nuestra América. Pero en El Salvador no hemos encontrado registros al respecto.

El vanguardismo en Latinoamérica buscaba generar una identidad nueva en la forma de expresar el arte, producto de la incertidumbre y crisis económica que dejaba la posguerra. Pretendía manifestar los procesos psicológicos y las inquietudes que experimentaban los artistas de la época en cuanto a su lugar dentro de la sociedad. En este punto, Panorama de la Literatura Salvadoreña de don Luis Gallegos Valdés, Estudios sobre poesía, de Matilde Elena López, Antología General de la poesía en El Salvador, (antología poética) de José Roberto Cea y otras micro antologías que se han publicado, constituyen importantes aportes, pero dejan de lado el surrealismo, no parecen producto de una exploración completa y nueva. Lo que tenemos en muchos casos es un romanticismo metafísico (exceptuando los casos de radicalización de la poesía en el contexto de la lucha político social), hay que señalarlo, de elementos tomados del coloquialismo, es decir, el lenguaje hablado. Agrego a los libros señalados arriba, «Roque Dalton: la radicalización de las vanguardias», Editorial Universidad Don Bosco, El Salvador, 2011, «La teoría literaria de Roque Dalton», Editorial Universitaria, El Salvador, 2009 y, «Las brújulas de Roque Dalton, Una poesía del mestizaje salvadoreño», Dirección de Publicaciones e impresos, El Salvador, 2016, tres libros capitales para comprender la obra del poeta Dalton, aunque no abordan en concreto los aportes surrealistas contenidos en su magna obra, al menos no de manera puntual.

Tampoco lo hace el Dr. Ricardo Roque Baldovinos en sus diversos trabajos, en especial «La rebelión de los sentidos. Arte y revolución durante la modernización autoritaria en El Salvador.» Aborda, aristas del arte nuestro como «Poesía revolucionaria y vanguardia», pero no hay un apartado donde se aborde con especificidad el surrealismo en El Salvador. ¿Ha habido algún tipo de experimentación en el campo de la poesía? Sin duda que sí, pero no en la especificidad que nos ocupa: reivindicación de la renovación de la expresión poética, de los temas como la superación de la poesía contestataria y el panfleto. Sin embargo, Giuseppe Bellini, (Notas sobre la evolución de las vanguardias en Centroamérica), en El Salvador, la poesía continúa en la huella del Modernismo y luego pasa a la interpretación   localista e intimista, hasta llegar al nerudismo del «Grupo Octubre», que capitanea, hacia 1940, el nicaragüense Juan Felipe Toruno. La rebelión contra el academicismo y el conformismo la realizan en la poesía salvadoreña, hacia final de los años 60, poetas como Manlio Argueta (1936) y Roberto Armijo (1937). Sin dejar fuera A Alfonso Quijadurías con «Los estados sobrenaturales y otros poemas», (San Salvador, 1971); «La fama infame del famoso (AP) atrida», Editorial Universitaria, (El Salvador, 1979).

En «Pedro Geoffroy Rivas precursor de la vanguardia poética en El Salvador», (Tesis Doctoral, Universidad de El Salvador, 2010) hay un acápite sobre el surrealismo, se limita a una descripción breve de sus antecedentes y algunos de sus representantes. Tenemos, pues esa falencia en nuestra literatura. La vanguardia es un concepto amplísimo y tiene muchas aristas. Y aunque en Geoffroy Rivas, podemos encontrar muchos textos surrealistas, los autores de la tesis no lo abordan ni siquiera de manera periférica. A tal propósito puedo mencionar: «Los nietos del jaguar», publicado por el Consejo Nacional para la Cultura y el Arte, 1996.

El surrealismo busca romper con la estética de la narrativa tradicional, modificando la linealidad y el carácter lógico y haciendo uso de recursos como el contrapunto, el trasloque o flashback, la narración múltiple y el humor negro, como el caso de la Narrativa de Miguel Ángel Asturias en el Señor Presidente, el surrealismo penetra en la obra poética de Luis Cardoza y Aragón. Pero que también se dan en la poesía. Tampoco como se dice en el libro: César Vallejo y el surrealismo de Juan Larrea, se trata de producir anarquía en la literatura, bajo el pretexto de novedad, porque es incurrir en el sinsentido, pese a que el fantaseo y la disociación forman parte del imaginario surrealista. El fantaseo por una poesía comprometida políticamente anquilosó la robustez de la poesía y otras búsquedas estéticas. Si bien esta tendencia coyuntural es importante, no lo es cuando se convierte en catecismo. Ver con la mirada surrealista es no volcar la vida como sentimiento trágico, sino como transformación del absurdo y lo obsceno, no sólo con la intención de desestabilizar el orden simbólico, sino con el objetivo de destruir el mismo lenguaje.

            En la poesía surrealista destacan (aunque no como regla) el uso de versos libres, los caligramas y el collage, siendo percibidas estas obras como creaciones experimentales. El versolibrismo se extiende y desarrolla con la llegada de las vanguardias literarias, hasta llegar de forma definitiva a la destrucción del concepto de verso. Así mismo, el vanguardismo latinoamericano adoptó y combinó los ismos propuestos por la vanguardia europea, dentro de los cuales encontramos principalmente el creacionismo, el ultraísmo, el simplismo, el estridentismo y el nadaísmo. A continuación, explicaremos las características principales de dichos movimientos: creacionismo, ultraísmo, estridentismo, nadaísmo. Sus tenas frecuentes fueron: desigualdades económicas, intervencionismo político, pobreza, exclusión social. Desde luego no todo poema escrito en verso libre pertenece a esta arista de la vanguardia.

Destaca la vertiente rebelde, revolucionaria y rupturista. En las poéticas surrealistas tanto el verso libre como el poema en prosa se entienden como formas más cercanas al inconsciente y la verdad personal. Visiones subterráneas y las zonas abisales. El surrealismo, tal como lo apuntan algunos estudiosos, es esencial en el desarrollo del verso libre y en su aproximación al poema en prosa. Pero no todo poema en prosa o verso libre cabe en la poética surrealista. El surrealismo conlleva el retorno a las fuerzas primitivas, que destruirían todo orden racional: Creación primitiva de un alma atentísima de hoy [...]. Aquí se quiebran los frenos de la lógica, y el lector, desde la primera página hasta la última, vive en continuo sueño, en ininterrumpida visión.

Esta poesía surrealista que presentamos está «más o menos emparentada con el surréalisme francés y su pretendido automatismo» implica que su forma nada tiene que ver «con la forma clásica», ya que exige una nueva expresión, «una forma vital, individual e individualizante, necesaria para hacer resaltar superficialmente la profunda unidad del poema». El efectismo de la escritura automática es fascinante, aunque poco entendido y digerido, más bien controvertido: las yuxtaposiciones lexicales incompatibles, la sintaxis liberada de normas lógicas, la libre asociación de palabras. Para el lector es comprensible la dificultad por cuanto éste racionaliza: «El lector busca explicar un texto surrealista atribuyendo los elementos extraños e ilógicos a la inspiración onírica o a la imaginación del autor.»  En este punto es importante acotar que el poeta «nunca explica la realidad en que vive, sino transmite en su lenguaje peculiar la percepción poética de esta misma realidad. El dolor, la sociedad violenta y hostil como la nuestra dominada por el poder económico de la elít de turno, la indignación y la impotencia que se enfrenta a todos esos valladares de la vida signada por la pobreza, la represión, la vulneración de los derechos individuales.

La estética surrealista parte de una peculiar concepción de la realidad artística que, tratada de una manera estéticamente adecuada, dará nacimiento a la obra de arte, sea en el campo de la plástica sea en el de la literatura. Esta concepción de la materia estética se basa en la identificación entre lo bello y lo maravilloso. El surrealismo es una «búsqueda necesariamente utópica y a la vez ucrónica. Es decir que el surrealismo se sitúa en una encrucijada aparente: si por una parte pone su mirada sobre los acontecimientos que lo rodean, por la otra vislumbra el más allá de la existencia. En una época como la que nos ha ha tocado vivir, la actitud de los surrealistas luce, por tanto, fuera de lugar. Sartre lo vio así, mientras que los marxistas tradicionales no se quedaron atrás en la valorización que hiciera el autor del “Ser y La Nada”».  Para Breton lo maravilloso es siempre bello y no hay nada fuera de lo maravilloso que sea bello. Y aunque no hay nada que exprese manifestación contraria en tal sentido, de muchas observaciones hechas por Breton en los Manifiestos y en el resto de su obra podemos deducir que para él lo maravilloso era, a su vez, identificable con lo insólito, lo extraño, lo inesperado, lo fuera de lo común. Los surrealistas emprenden en busca de lo maravilloso una exploración fascinante, que los lleva fuera de la realidad circundante, objetiva y concreta. Tal viaje desemboca en el descubrimiento de una superrealidad más allá de la realidad que nos rodea diariamente; se trata, en realidad, de un procedimiento psíquico, porque más allá de lo circundante, de lo cotidiano, existe una superrealidad, maravillosa, bella, y cuya naturaleza es puramente mental, una realidad absoluta, fuente primaria de todo arte.

Entre los procedimientos estilísticos surrealistas ocupa la posición central la «escritura automática», proclamada como definición esencial en el Manifiesto de 1924 que para Breton es realizable. En cuanto a la recepción del texto, el famoso «automatismo psíquico» puro no importa, y sobre todo no importa la pureza: lo que importa son los efectismos que produce el estilo automático, que resulte éste de un estado inconsciente o de una expresión hecha adrede. Cualquier automatismo, como por ejemplo las yuxtaposiciones lexicales incompatibles, la sintaxis liberada de normas lógicas, la libre asociación de palabras, etc., será igual y tendrá el mismo efecto, sea o no sea producto de mecanismos inconscientes.

Algo parecido ocurre con la supremacía de la imagen o metáfora (las vanguardias prefieren el término «imagen» a «metáfora»), característica tomada de la estética surrealista y elaborada de un modo particular por Federico García Lorca. La imagen se convierte en el instrumento que aproxima la antinomia realidad-sueño: «La imagen es una creación pura del espíritu. La imagen no puede nacer de una comparación, sino del acercamiento de dos realidades más o menos lejanas. Cuanto más lejanas y justas sean las concomitancias de las dos realidades objeto de aproximación, más fuerte será la imagen, más fuerza emotiva y más realidad poética tendrá…» (Bretón).

En la nueva realidad que propone el surrealismo y revelada por la imaginación e inspiración poéticas, rigen otras normas, otros postulados, allí gobiernan las emociones más puras: «Se trata de una realidad distinta, dar un salto a mundos de emociones vírgenes, teñir los poemas de un sentimiento planetario. Evasión de la realidad (que en modo alguno significa ignorarse, ni comprometerse) por el camino del sueño, por el camino del subconsciente, por el camino que dicte un hecho insólito que regale la inspiración.» En la poesía surrealista destaca el problema de la doble visión de la realidad poética: «primeramente nos topamos con una visión plástica de carácter onírico y, en un plano más profundo, se halla el mundo de los símbolos, que ordena el caos aparente de la primera visión.»

Según nos explica Manuel Antonio Arango, el uso de los sueños y la visión onírica y lo que reflejaba en el mundo poético y a nivel de ideas: «La transformación de ideas latentes del sueño en el contenido manifiesto es muy importante, porque el sueño no parte jamás como nada que no sea digno de ocupar el pensamiento sereno. La analogía, o la coincidencia, son aceptadas por su mecanismo de elaboración del sueño, el cual sirve de punto de apoyo para la condensación, reuniendo todo esto que señale la coincidencia. Lo bien fundado del contenido onírico proviene de la percepción del sueño y su función es por consiguiente la de ordenar los componentes para formar un todo, una composición onírica.» (Símbolo y simbología en la obra      poética         de Federico García Lorca, Madrid, Espiral         Hispana, 1995, p. 334). Por su parte Martha Canfield, «Poesía onírica y sueños contados en la obra de Álvaro Mutis.» Expresa que en el espacio del sueño se produce la obra alquímica de transformación de los materiales de desecho de la existencia en el oro puro de la poesía. En síntesis, el sueño y la vigilia son dos mundos separados, aunque estrechamente conectados, tanto que uno remite al otro; y el acto poético nace de la transformación de los materiales existenciales residuales, operación posible en el ámbito del sueño.

Johannes Pfeiffer, la metáfora poética logra fundir en unidad convincente imágenes que en la experiencia están separadas, y hasta son incompatibles. Y esto significa que, en la comparación y por medio de ella, hasta el último resto de la objetividad estáticamente espacial, de cosa cerrada, es arrebatado en ese movimiento que lo liga y lo invade todo. Damos por sentado el hecho de que hay variedad de metáforas, Las más importantes y de las cuales pueden surgir otro grupo de metáforas son las que se expresan en formas gramaticales (nombres, verbos, adjetivos, etc.) y también las que se acercan a diferentes realidades para presentar otra completamente distinta de una forma lo más innovadora posible (al fin de cuentas la metáfora le da ese sabor de invención radical, por medio del autor, que permite que el lirismo haga pulir a la poesía); las sensoriales; las afectivas; la metáfora por perífrasis (consiste en citar por medio de una frase célebre explicativa lo que se podría decir con otras palabras o viceversa); la de permutación sintáctica (cambian de lugar los núcleos de una oración, tanto del sujeto con el del objeto directo; también permutan con cambios radicales las acciones verbales y adjetivas); las metáforas en función circunstancial de tiempo, espacio y o modo con tanto un sintagma nominal, adverbial o preposicional marcado sobre alguna circunstancia de espacio, modo o tiempo en que se emplea el verbo; también se emplean para causa, cantidad, finalidad o posibilidad (estas son ahí, aquí; cerca, encima, etc., «para lugar»; hoy, ya, todavía, etc., «para tiempo»; bastante, poco, mucho, etc., «para cantidad»; así, también, además; etc., «para modo»; las metáforas en función del predicado (en el verbo ser se radica la transferencia al relacionar significados distintos).

La metáfora visionaria o surrealista, tal como se señala en «La metáfora al servicio del surrealismo, (Mundo poesía)»: sumamente empleada por los surrealistas ya que su lógica y semejanza aparente se desvanece por completo sólo quedando visible su grado emocional. Su fórmula sigue siendo la de la metáfora impura o simple; en lo único que cambia es en su relación (tenor y vehículo) con su fundamento. Este punto no puede ser lógico o racional. El fundamento se sustituye por lo emocional, sugestivo, íntimo, haciendo sentir en el lector una variedad inexplicable de sentimientos como puede ser la angustia, el miedo, la tristeza, la alegría, etc. emociones emitidas fuera de una semejanza fundada.

Buena parte si no es que en la mayoría de los poemas de André Cruchaga guardan —describen— una amalgama de exterminios previos y sucesivos, gracias a una enumeración simbólica que reordena el caos a través de unos núcleos que se van explicitando de menor a mayor extensión lingüística creando clímax o atmósfera cada vez más inquietante: sombras, telarañas, olvidos, de clara valoración negativa, pero también trinos, que pudiendo ser denotado por su oposición a aullido, se carga de negatividad semántica merced a su estructura adjetival, del mismo modo ocurre con «Transparencias rotas» y «entrañables litorales»:

sombras como cascos, (A1)
húmedas telarañas enredadas en las manos, (A2)
olvidos que el hambre ha ido mordiendo hasta el punto de borrar toda

reminiscencia, (A3)
trinos cuya avidez hace cárcavas, A4)
transparencias rotas en el paladar, (A5)
entrañables litorales donde no se pueden izar barriletes, ni jugar a las canículas

del estertor. (A6).

El poema en cuestión se cierra de broche de oro de una metáfora que une referencias al paraíso perdido de la infancia con el preludio de la muerte (jugar a las canículas —en clara asociación a las canicas por similitud fonética y morfológica— del estertor).

Al respecto de la imagen, podemos reafirmar lo siguiente: «La imagen es una creación pura del espíritu. La imagen no puede nacer de una comparación, sino del acercamiento de dos realidades más o menos lejanas. Cuanto más lejanas y justas sean las concomitancias de las dos realidades objeto de aproximación, más fuerte será la imagen, más fuerza emotiva y más realidad poética tendrá…» (André Breton)

El surrealismo, lo señala BODINI, Vittorio: Poetas surrealistas españoles, trad. Carlos Manzano, Barcelona, Tusquets, 1982, p.105), es una infusión de adormidera, hay oscilación confusa de los sentidos entre vigilia y sueño, en el ir y venir de las imágenes por las abolidas fronteras entre lo real y lo irreal. Para E. S. Speratti, el tema de la muerte (si bien ha sido abordado por la poesía de todos los tiempos) abordarla desde el surrealismo implica: descodificar la frustración que destruye proyectos y deseos, ya sea por causas externas o basadas en la raíz más íntima del personaje. El poeta se mueve al margen de un mundo hostil, marcados por la frustración y la muerte (no sólo física). El concepto de la evasión según nos lo explica Paul Ilie, consiste en un entramado básico de asociaciones, muy específicas casi naturalistas, que parece dislocada de la realidad a causa de las imágenes ilógicas que evocan. La imagen se convierte en un centro de desequilibrio entre la realidad y la fantasía.

Es importante destacar la dislocación asociativa como técnica surrealista, porque ella permite la subversión de las secuencias realistas de las imágenes, los conceptos. En el surrealismo se expresa lo inexpresable. Para «los surrealistas el poeta es poeta- revelador, el poeta profeta, y su función es presenciar y recrear en palabras una nueva ordenación de la realidad.» El poema, a fin de cuentas, es la disgregación voluntaria del ser. Por eso la devoción de la imagen surrealista porque borra todas las fronteras de la lógica. Según Carlos Marcial de Onís, «en la imagen surrealista el pasado se confunde con el presente y el porvenir, alguien puede ser diversas personas u objetos a la vez. Los objetos pueden reducirse de tamaño y parecer diminutos o bien adquirir proporciones desmesuradas. Se puede vivir bajo el agua, o encima de una nube, o flotando en el aire. Se producen en la fantasía onírica las transformaciones o metamorfosis más imposibles y los objetos, personas o animales pueden tener propiedades de las que carecen en realidad.»

Veamos lo que nos dice Aldo Pellegrini, en el estudio preliminar de la poesía surrealista de la lengua francesa: El surrealismo no acepta, pues, el arte como un fin en sí, tampoco el arte comprometido en el sentir habitual (en función de la defensa de intereses particulares de cualquier género). El arte sólo se comprende en función del hombre en su acepción más lata, de la unidad hombre que necesita realizarse como hombre. Todo lo que el surrealismo piensa del arte se resume en su concepción de la omnipotencia de la poesía. La poesía constituye el núcleo vivo de toda manifestación de arte y ella le da su verdadero sentido. Pero la poesía no es para los surrealistas un elemento decorativo, o la búsqueda de una abstracta belleza pura: es el lenguaje del hombre como esencia, es el lenguaje de lo inexpresable en el hombre, es conocimiento al mismo tiempo que manifestación vital, es el verbo en su calidad de sonda lanzada hacia lo profundo del hombre… Por cierto, que en ella, y pese al título, aparece César Moro y Salvador Dalí.

En El Salvador históricamente se ha primado cierto discurso poético: el blanco y el negro y si no se estaba en el bando preeminente, no solo se cuestionaba el quehacer, sino que al poeta se le marginaba. Es de suponer, como dice Pellegrini: «La importancia acordada a la imaginación, al mundo fantástico y al de los sueños, pudo hacer creer que el surrealismo significaba un modo de evadirse de la vida. Todo lo contrario; acabamos de ver cómo el surrealismo constituye una voluntad de penetración en la vida, de confundirse con ella, de explorar todas sus posibilidades y liberar todas sus potencias» … Solo después de los Acuerdos de Paz, se produjo una escisión en este sentido y lo prueban las diversas propuestas de esta generación hacia acá. «Poetas por El Salvador» (Poema paseo coral) de María Poumier, Editorial Delgado, 2008, constituye una muestra exquisita sobre este particular. El caso de Alfonso Fajardo y su poemario «Los fusibles fosforescentes»; de «Peces en la boca» de Elena Salamanca, y Fredy Tato Mejía con poemarios: «Esclaramonde», 2021 y «Piélago», 2022; aunque hay matices, desde luego, el surrealismo está presente en sus poéticas más allá de la realidad, de la vida y del lenguaje. La construcción del surrealismo de estos jóvenes se da, también en medio de otra crisis sociopolítica en El Salvador, la instauración de un régimen autoritario que también implica una ruptura de la vida y ello también impone límites en la expresión. La esencia es «destruir la realidad para reconstruirla a través del lenguaje, el sueño y el deseo.» Para el surrealismo tal como lo advierte Blanchot, «el lenguaje no es discurso, sino la realidad misma, sin dejar no obstante de ser la realidad propia del lenguaje, en el que en definitiva el hombre roza lo absoluto».

Un elemento sustancialmente visible en estas poéticas es el absurdo. Al respecto René Alejandro Espinosa Casanova, acota lo siguiente: El absurdo, entendido como aquello que escapa al orden de la razón, actúa como una sugerencia procedente del sueño o del deseo que teme expresarse, que en un momento de distracción o extravío toma la realidad. La importancia del absurdo reside en que reconcilia elementos que aparentemente no tienen conexión, es decir produce imágenes que por su naturaleza irracional son todo proceso, es decir, continuarán generando sentido a falta de una reconciliación con lo explicable.

Todos los poetas salvadoreños mencionados expresamente y algunos ausentes en estos apuntes comparten cada uno con sus individualidades el carácter impetuoso, exaltado, perturbado de la «evidencia surrealista»; hacen uso de la libertad ofrecida por el surrealismo para redimir los caudales subyacentes en el inconsciente. En otras palabras, la expresión sin inhibiciones.

André Cruchaga,

Barataria, 2024

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA:

 

1.     http://laberintodeltorogoz.blogspot.com/2013/06/sobre-los-origenes-y-formacion-de-las.html

2.     Gallegos Valdés, Luis. Panorama de la literatura salvadoreña, 3a. edición. San Salvador: UCA Editores, 1981.

3.     Cea, José Roberto. Antología General de la poesía en El Salvador, (antología poética), 1971.

4.     López, Matilde Elena. Estudios sobre poesía, El Salvador, (ensayo, 1973).

5.     Roque Baldovinos, Ricardo. La rebelión de los sentidos. arte y revolución durante la modernización autoritaria en El Salvador, UCA Editores, 2020.

6.     https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/notas-sobre-la-evolucion-de-las-vanguardias-en-centroamerica-nicaragua--0/html/90e25db8-6e2a-49c0-a46b-d16ed80dac24_7.html

7.     Nolasco Díaz, Juan Ramón y René Humberto rosales chinchilla. “Pedro Geoffrey Rivas precursor de la vanguardia poética en El Salvador.” (Tesis), Universidad de El Salvador, 2020.

8.     https://cvc.cervantes.es/literatura/aispi/pdf/09/09_409.pdf

9.     Bodini, Vittorio: Poetas surrealistas españoles, traducción. Carlos Manzano, Barcelona, Tusquets, 1982.

10.  Pellegrini, Aldo. Antología de la poesía surrealista de lengua francesa. 1961

11.  Pellegrini, Aldo.  Antología de la poesía viva latinoamericana. Seix Barral, 1966

12.  Navia Velasco, Carmiña. Poetas Latinoamericanos. Antología crítica. Universidad del Valle, 2009. Puede verse en: https://bibliotecadigital.univalle.edu.co/bitstream/handle/10893/20235/Poetas_latinoamericanas.pdf?sequence=1&isAllowed=y

13.  Pfeiffer, Johannes La poesía. Fondo de Cultura Económica. México: (2005).

14.  http://www.mundopoesia.com/foros/temas/la-metafora-al-servicio-del-surrealismo-primera-parte.573550/

15.  Blanchot, Maurice “Réflexions sur le surréalisme”, en La Part du feu (París: Gallimard, 1949)

16.  Espinosa Casanova, René Alejandro. (Tesis). Alejandra Pizarnik: un surrealismo propio. (Programa de Maestría en Estudios de la Cultura Mención en Literatura Hispanoamericana), Universidad Andina Simón Bolívar, Ecuador, 2015.

17.  Luis, Carlos M. Horizontes del surrealismo, primera edición 2024, Agulha, Brasil.

18.  Paz Manzano, Carlos Roberto. La teoría literaria de Roque Dalton, Editorial Universitaria, Universidad de El Salvador, 2009.

19.  Alvarenga, Luis. Roque Dalton: La radicalización de las vanguardias. Editorial Universidad Don Bosco, El Salvador, 2011.

20.  Melgar Brizuela Luis. Las brújulas de Roque Dalton: Una poesía del mestizaje salvadoreño. Dirección de publicaciones e Impresos, El Salvador, 22016.

21.  Salamanca, Elena. Peces en la boca. Editorial Universitaria, Universidad de El Salvador, 2011.

22.  Poumier, María. Poetas por El Salvador (Poema paseo coral), Editorial Delgado, El Salvador, 2008.

23.  Rivas, Pedro Geoffroy. Los nietos del jaguar. Consejo Nacional para la Cultura y el Arte, El Salvador, 1996.

24.  Escobar Galindo David. El Guerrero descalzo. UCA Editores, El Salvador, 1990.


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