viernes, 13 de julio de 2007

Peregrina_Poema de María Eugenia Caseiro

Fotografía: María Eugenia Caseiro






Peregrina



Caminar, siempre caminar,
recorriendo las mansiones del verano
de fachadas alegres con molduras blancas.
Viajar al país donde la noche
no se duerme y la lechuza
es pan que zumba sobre la ciudad.
Escalar las arcadas de los álamos;
sus huesos y sus cicatrices.
Abrir el nuevo día
verde aguacate como pellejo de grillo
sin turbar el albo de las casas.
Traspasar la indolencia en los portones
el flanco de la siesta
el mediodía en que las brujas
bordean el precipicio del taburete
cacareando la deriva donde atraparon el sueño.

Penetrar el sopor de los espejos
cuando el orisha desnudo es ambigú de la fecha
en su cabildo de espumas
solar con bateas como templos olorosos.
Franquear el parabán del merengue
el aroma del ruibarbo. Emigrar
al rojo subversivo del mamey
incitador del diente que no teme al viraje.

Deambular en tinajeros
por callejuelas y estatuas.
Deslizarse en los pasajes a la caída de la tarde
como naranjas de china
con zapatillas floreadas.
Extraviarse en ciudadelas caisimón
con callejones de albahaca entre charcos de canela
viejas barcazas de mimbre con techumbre mejorana.

Navegar al viento en una jícara
con remos de café recién tostado
serpenteando la botija del azúcar
hasta la cresta en la euforia.

Recorrer
la hoja con sosiego de caimito
sin reloj
sin brújula
peregrina.
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