jueves, 10 de enero de 2013

DAME LA MANO, ANTÍPODA

Álvaro Menéndez Leal, El Salvador
© Revista Cultural Alkimia





DAME LA MANO, ANTÍPODA






Darne la mano, Antípoda.
Tú, el hombre de ese lado;
yo el hombre de este lado.
Pudiente o proletario,
sencillo o complicado,
dame la mano.

Levanta la amarilla faz
del arrozal chino en que sudas tu pan diario;
deja la mina,
apaga tu incensario,
y en paz
dame la mano.

Que importe poco el mandatario,
el "leader", la creencia, y sé mi hermano,
Tu Buda, tu Sol, o tu Confucio
con mi Cristo
no son más que simbolismo
de un Dios Unico y Mismo.

Dame la mano, Antípoda...
Si acaso te desangras en suelo coreano,
arroja tu fusil, clausura la trinchera, y en paz,
tú, del Sur; o tú, del Norte,
dame la mano.
-Sin odios ni prejuicios tu mano de soldado
y mi mano ciudadana.

Yo sé que allá en la India
tus hijos mueren de hambre;
que en África del Sur los blancos son los dioses;
que el hule en Micronesia revienta los transportes,
y que el diamante ciega los ojos de los hombres.
¡Y cómo me obsesiona pensar que tú,
mi hermano,
bien puedes ser esclavo!

Dame la mano, Antípoda.
Por todo lo que somos
-por todo lo que callo-
dame la mano...



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