jueves, 24 de diciembre de 2009

poema de roque dalton

Roque Dalton, El Salvador



RESTAURACIÓN DEL HOMBRE POR QUETZALCÓATL




La verdad que fue trabajosa la creación del hombre.
Los dioses con ser los dioses probaron en su afán el gusto del error
muchas veces
y muchas veces destruyeron con la mano airada su obra en desatino.

Los hombres de barro los hombres de madera los hombres comidos
por el tigre
los perseguidos por el viento que volviéronse monos
los quemados por el fuego que llovió (los niños muy niños)
los que perecieron cuando se hundió el cielo
cuando se hizo agua el cielo y se vinieron abajo los hombres de maíz
no dieron satisfacción al Formador al dador del ser
no afirmaron ser verdaderamente merecidos.

(Oh corazón del aire verde
tristes estaban los cielos sin espejos
sin los espejos de los ojos del hombre oh corazón de pétalos marinos)
mas luego fue Quetzalcóatl a Mictlán
se acercó a Mictlantecuhtli y a Mictlancihuatl
—la pareja de amantes y amos de las tinieblas—
y en seguida les dijo con respeto:
vengo en busca de los huesos preciosos
de los huesos preciosos que tú guardas
vengo a tomarlos a eso vengo.

Y díjole Mictlantecuhtli: ¿Para qué? ¿Qué harás con ellos, Quetzalcóatl?

Y una vez más respondió Quetzalcóatl: De ellos se harán los hombres
perdurables los hombres que serán verdaderos aunque lo duden
los que no serán muertos antes de despertar
por la ira fracasada de los dioses.

Ellos habitarán la tierra. Los dioses —doy testimonio de tal cosa—
se preocupan por que alguien viva en la tierra feamente desnuda.

Mictlantecuhtli brillándole los ojos: Está bien —dijo—
pero antes haz sonar mi caracol y da vuelta cuatro veces
alrededor de mi círculo bellísimo. Prueba es ésta
—dijo en voz baja para sí— imposible de cumplir
pues mi caracol no tiene aguajeros sonoros
sordo es mi caracol. Y se reía.

Mas Quetzalcóatl llamó a los gusanos y a los abejones
—ambos con ojos de topacio apagado—
aquéllos hiciéronle los agujeros
y éstos entraron luego haciendo que sonara el caracol.

Al oír el arpegio Mictlantecuhtli: Está bien —dijo—
llévate los huesos. Pero en cambio a su gente dijo pronto: Decid
decidle a Quetzalcóatl que tiene que dejarlos
decidle a los dioses que no ha de llevarse
Quetzalcóatl nuestra preciosidad.

(Oh corazón robado angustia aposentada como un ave mortal
en adelante sólo
la soledad el pálpito vacío
sólo la débil seña
del abandono en la pupila violada
Oh corazón de sed oh hijo del despojo
nacido en la desnudez entre las manos
ásperas de la humillación)

Nuestro aguerrido padre sintió en los poros el peligro
a su nahual consultó y fue a coger los huesos
estaban juntos los del hombre y la mujer
el nahual los tomó e hizo un hato.

Pero los dioses habían hecho un agujero siniestro un hoyo un cráter
[del tamaño de la cólera
para evitar la fuga de la preciosidad de sus hijos.
Ahí cayó Quetzalcóatl entre las codornices
muerto cayó —se amorteció de presto— los huesos preciosos esparcidos

y las codornices royeron los huesos (padres nuestros lo mismo)
que no podían llorar los del hombre los de la mujer
hasta que resucitó Quetzalcóatl tornó al mar de la vida Quetzalcóatl
y liando los huesos vase como la brisa a Tamoanchán —de ahí bajamos—
su nahual rezongando sin que se le secara aún el sudor del peligro.

Luego la preciosidad fue molida finamente y colocada
en un barreño no menos precioso
por Cihuacóatl culebra de espadarte y por Quilashti semilla de verdura.

Quetzalcóatl sobre los huesos sobre el polvo de ellos
se sangró su miembro esbelto
—como un magnífico animal no terminado—
e hicieron penitencia por la germinación
Apantecuhtli el Señor del Canal el ribereño
Huictlolinqui el Señor de la Pala que se mueve el agitador de la azada.

Tepanquisqui el que representa y el que porta la enseña
Tlallamánac el que sostiene la tierra
y Tzontimoc el que desciende de la cabeza
los dioses.

Hirvieron penitencia hasta que el prodigio fue evidente
el prodigio tanto tiempo y con tantos anhelos rotos postergado
y se dijeron:
Han nacido oh dioses los hombres los merecidos por la penitencia
por ellos hemos sufrido los todopoderosos
[infinitamente sea pues la alegría entre nosotros
ahora somos completos porque tenemos quien nos nombre
quien en nosotros crea y nos dé culto.

(Alegría, algería oh corazón rescatado de la noche
violenta pupila del mejor león hundida en vasos de luto
ya por siempre iniciada en la victoria de la luz
oh corazón de piedra manantial sobre el regazo del asdombro
alegría alegríala desnudez en la más bella fruta)

1 comentario:

juan carlos olivas dijo...

siempre es un placer leer a este gran poeta!

Saludos