APUNTES SOBRE LA NOVELA “LA PRIMAVERA SALVADOREÑA RECUERDA ESPAÑA”, DE CÉSAR RAMÍREZ
André Cruchaga
Nos congregamos aquí para celebrar el advenimiento de una nueva obra literaria en El Salvador. Se trata, después de largas e intensas horas de trabajo digno, de la Novela “La Primavera salvadoreña recuerda España”. Esta obra de César Ramírtez “emerge no sólo como superación de la línea monológica sino como intersección entre la línea monológica y la línea dialógica de la literatura universal. Esto se manifestaría en la conjunción de géneros altos con géneros bajos, primero, y segundo, en la interfertilización de los discursos” [Manuel Jofré, Universidad de Chile, Facultad de Filosofía y Humanidades] Dedicarse a la literatura en nuestra Patria es arriesgarse a caminar en un desierto. En fin, el País cultural nuestro es así, la cultura de lo real frente a lo ideal así. De ahí en el mejor de los casos, escribir es un acto de catarsis y libertad, de revelarse —ejercicio de la libertad para desvelar los acontecimientos, en este caso de la historia reciente de nuestra Patria con sus coágulos visibles de sufrimiento y estoicismo. Con razón la escritora Jhumpa Lahiri afirma que la literatura nos sirve para "entender la parte más difícil de la vida".
“LA PRIMAVERA SALVADOREÑA RECUERDA ESPAÑA”, nos introduce a ese mundo de salvajismo y exterminio en el que hemos vivido; es la porcelana del país de la noche, el corazón interminable de la diáspora social y política. Es la historia con sus pulsiones y luchas. De ahí esa necesaria polifonía de la obra, (usada por Dostoievski y Milán Kundera) de la verdades ocurridas y construidas por el escritor. En ella están los personajes que conocemos y con los que alguna vez hablamos. “De esta circunstancia se genera una novela que es una conjunción de géneros discursivos y literarios antiguos, como la biografía (del héroe problemático) pero, sobre todo, es una novela de acontecimientos. Aquí pasan las acciones unas tras otras, se alternan y continúan las historias, se avanza en el espacio y en el tiempo y cambian los personajes, desarrollándose”.
“Ya se sabe el peligro que se corre cuando se atreve uno a no marcar el paso de la ortodoxia, tan querida entre quienes al parecer tienen por oficio la libertad de la imaginación y la rebeldía del pensamiento. Hay, por lo tanto, quien calla y otorga, quien firma estratégicamente algunos manifiestos, quien tal vez llega a darse cuenta de ciertos horrores pero elige callar”. César Ramírez ha preferido no callar. Es un ejercicio de ciudadanía poner la imaginación al servicio de la historia. La narración son las andaduras por todos los recovecos del País: Dentro y fuera de su militancia, dentro y fuera del legendario Suplemento Cultural TRES MIL que es donde se gestó buena parte de estas vivencias.
Aún vivimos tiempos de sordidez y decadencia sin límites. Salvo los espacios que la literatura nos da para respirar. Una novela o un poema, siempre es una puerta que se abre frente a esos momentos desollados que nos toca vivir en cualesquiera de nuestras trincheras. Por eso resulta interesante destacar la línea monológica y la dialógica en esta Novela. Como corolario hay que agregar el tema ético y político, sobre todo cuando articula y fusiona los diferentes sectores sociales de la vida nacional.
No es mi propósito hablar de la estructura de la novela de César Ramírez. Eso le queda de tarea a los estudiosos, a los académicos. Sí es importante, sin embargo, dejar constancia que César Ramírez despeja las brumas y recupera en el libro “LA PRIMAVERA SALVADOREÑA RECUERDA ESPAÑA”, esos hechos que nos mantuvieron en vilo durante años, esos vestigios, ahora incorporados a la memoria. El discurso literario de César Ramírez es bondadoso y transparente. Su voz es la voz de los cuatro puntos cardinales: los recuerdos contados apasionadamente.
“Acá, —acota César— se perdieron muchas voces, uno extraña a los muertos, ama y reclama su recuerdo. Perdimos a hermanos y hermanas ahora son ausencia y lloras…la multitud te alcanza has perdido tus alas y las armas libertarias, ganaste una nueva legalidad y una Patria diferente”
Y en otro párrafo, pág. 574, continua: “La guerra se llevó casi todo, se llevó la oración llena de santidad de un obispo venerable, estrechar su mano fue un milagro que guardas como un tesoro y aún lloras por algunos jesuitas portadores de luz en sus palabras, amas la imagen de esos virtuosos seres humanos, en ellos dos banderas: España y nosotros. Uno tiene ese sentido de sed por los muertos, te rodean desde sus propias distancias, están contigo, son parte del silencio y los espacios, no desaparecen nunca, son miles de miles. Uno tiene la edad de muchas generaciones, ese período de intensidad es un resumen de nuestra condición humana, tremendamente material y frágil. Al final te invade la nostalgia.”
Es triste reconocer, —en palabras del autor—, que “La revolución está definitivamente muerta, dos veces muerta, una por todos aquellos que murieron por la realidad de la nueva fundación de la República y otra porque ahora esa palabra se pronuncia con cierta condición de vergüenza. […] la realidad desnuda la historia. No queda nada de juventud y las armas, los residuos son esa multitud de políticos profesionales que luchan por su lugar en la burocracia oficial.” Págs. 575-576.
El autor asume, desde la primera persona, esta realidad lacerante. “Estamos sometidos a realidades impensables, a una condición económica en crisis. “Incluso las ilusiones se devalúan a diario. Existe una sociedad imposible” que sólo es posible digerir en los sueños.
Ciertamente la novela “LA PRIMAVERA SALVADOREÑA RECUERDA ESPAÑA”, tardó en llegar, pero aquí está ahora, para volar, no en medio de los disparos de G3 de la época, no para cavar túneles y erigir postas, sino como creación de Patria y ciudadanía. Y termino con el epígrafe que acertadamente ha puesto César Ramírez como entrada al libro, tomado de la encíclica Rerum et Novus: “Duro es el sopor de lo conocido, pero el insurgente defiende como león su visión del mundo, ese es el leitmotiv in extenso de nuestro ser”. Ya despojados de aquélla incertidumbre, demos la bienvenida a este universo que ha construido César Ramírez a través de la palabra.
André Cruchaga
Barataria, 14.III.2010
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