domingo, 6 de diciembre de 2009

tres poemas de Claudia Hérodier

Claudia Hérodier, El Salvador











Conjuro de un marido para una mujer indecisa







(Para Joaquin Dominguez Parada
y Carolina Castillo)






Por el comal donde se tuestan los ajos brujos
-a pesar de lo acre de los leños-
niña que no te vas -yéndote-
¡Ven! (Lleva cuatro cuchillos)
Muchacha que sales -quedándote-
¡Véte! (Trae la fragancia del romero).
Que no. Que sí. (Pongamos los ajos en su sitio).
Que salgan las llamas de la noche a encontrarte,
¡que nos tuesten!
porque aquí estoy yo,
yéndome y quedándome,
como un sacudidor, sacudiéndote,
encontrándote, encontrándome.

Mujer: aprende a contar conmigo lo que olvidaste:
Uno: los ajos.
Dos: los ajos en los cuchillos.
Tres: el romero de tu sangre.
Que te encuentres.
Que sepas cuando llegar
por una trenza de hierbabuena.
(¡Que el comal sea nuestro lecho!)
Que el comal no se raje.
Que el fuego sea parejo.
¡Que no se raje!
¡Que se tuesten los ajos!

Del libro: JUGANDO CON ASTURIAS (1996)









Revira para remediar a un bígamo








Que dos rocas te trituren,
que dos olas ¡te aplasten!
Que los cangrejos se lleven
en pedacitos tu nombre...
Que no puedas hacer nudos
ni amarrar ninguna barca;
que las velas que despliegues
¡se hundan en las aguas!
Que recobres del camino
la puerta de tu nombre,
el pan de la cocina,
la silla y la mesa de tu casa
¡las llaves de tu cara!
Que te devuelvas a ti mismo
condición de hombre,
martillo, serrucho, libros
en su sitio, madera aserrada,
¡almohada ancha!
Que se hinquen en tu cuello
los garfios de la noche,
si vacilan tus pies
ante otra cama.
Que no puedas hacer nudos.
Que las velas que despliegues
¡se hundan en las aguas!


Del libro: JUGANDO CON ASTURIAS (1996)









Hija de la distancia







No cambio mis sandalias
por pasión mundana.
Ni me seducen los pellejos de las voces.
Soy avaricienta de mi nostalgia,
de mi ser entero;
de la luz que vengo a dejar,
y de la fuerza que me inunda en la palabra.
Nada puede mi orgullo
más hondo, contra
mi humildad mas descalza.
Pues se ata en mí
el ser hija del universo
y de las uñas de la distancia.

¿Que estoy aquí? ¡Es cierto!
Y aparenta ser de tierra mi esperanza.

De lejos vengo, y voy corriendo,
gritando como loca entre mis faldas.
¿Ser tangible es la pregunta?
¿O es la pregunta el ir descalza?

Llena voy, entonces, de todos,
de mí, vestida apenas con una manta.
A todos dejo mi entrega,
y ser, yo misma,
no me acobarda.
Junio 6/80 S.S.



Del libro: ÉSTE ES MI GRITO

1 comentario:

María Eleonor Prado Mödinger dijo...

Sobremanera me ha encantado esta poeta, tiene una energía poco vista, tiene fuerza y convicción, su arte es alto, lo noto importante.

Saludos