viernes, 11 de diciembre de 2009

tres poemas de dora guerra

Dora Guerra, El Salvador



GRITO EN EL VIENTO




En el viento sin voces
he buscado tu voz sin esperanza.
He cerrado mis ojos
para verte en la nada
y he extendido mi mano
sin encontrar la tuya en la distancia.

No hay aurora en mi noche
ni verde en mi horizonte que se alarga.

Tu huella en mi camino,
grabada sobre el agua,
borrada para siempre
y siempre fija en mi alma,
ha de seguir la mía en la tiniebla,
debajo de mi planta;
conmigo irá después de las estrellas
y en el fondo del agua.

Y aunque tal vez la imagen de mis ojos
se haya borrado en tu alma,
por todos los caminos que recorras
llevarás tus miradas.
Y si ya tus oídos
olvidaron mi acento que te hablaba,
en toda melodía que recojas
estarán mis palabras
y todo grito amargo que a ti llegue
saldrá de mi garganta.


En la noche desnuda,
en los ríos sin agua,
en la aurora ya muerta
antes de la mañana,
en la nube sin vida,
en la niebla del alba,
yo buscaré tu voz, sin esperanza,
y cerraré mis ojos
para verte mejor entre la nada,
y extenderé mi mano
hacia ti, a través de la distancia.

Cuando todo mi cuerpo
cansado esté después de la jornada;
y mis ojos cerrados
de nuevo a la Luz se abran;
y mi mano extendida
retorne a reposar sobre mi falda
¿habré de recobrar toda la luz
a mi vida negada?
¿mereceré llegar hasta la cima
fértil de la montaña?
o dormiré, tal vez, un sueño mudo,
de noche y sin palabras.









ROMA




¿ Cómo diré tu proporción inmensa?
Con mayúsculas escribiré tu nombre
y me sentaré, mínima, a soñar tus glorias infinitas.

Todos los caminos de la tierra a ti conducen
y tu majestad indiscutible sigue gobernando.

Si tus miembros mayores se te han muerto,
si casi el corazón,
yo sé tu sangre caliente todavía
corriendo por las venas más anchas de este mundo.
Yo sé tu voz despierta,
tu oído vigilante
y nada pueden contra ti, nada podemos
porque tu planta está apoyada desde mucho
en tierra firme.

Porque un solo dedo tuyo alzado, basta.
Porque tu labio, aun en silencio, también basta.

Diré tu signo más pequeño
o el agua que reblandece tus heridas
o tal vez pueda decir un poco
la solemne rosa de tus vientos.

Estratos milenarios de ciudades,
geología de templos,
huesos gigantes de mamut corintio,
muela careada colosal.

Oh roca con ventanas,
Ciprés edificado
y tu cúpula inmensa como un iris con la pupila abierta:
ojo potente para ver a Dios.
Misterioso silencio el de tus plazas por la noche,
minúsculo es el hombre que las cruza
y terribles los monstruos de piedra que las pueblan.

El agua de tus fuentes.
Hablemos de ella:
en todos los rincones de la historia
está su canto eterno.

Beber su cuerpo puro es beber agua viva,
bendita entre las aguas.

Y el valle de tu nombre
donde pastan corderos casi bíblicos.
Olivos y viñedos, horizontes, cipreses,
bajo tu luz dorada incomparable.

Cómo decirte a ti,
que eres la ciudad grande, la magnífica
la de todos los tiempos.
Y también la dulce ciudad de los atardeceres
y las lunas perfectas.

Como decirte a ti,
sino tu nombre.
Sólo él puede estar hecho a tu medida,
y por eso, me sentaré mínima a tus puertas
y con mayúsculas escribiré tu nombre eterno.






HAY QUE SEGUIR LA VIDA




Hay que seguir la vida.
No recuerdo por qué exactamente.
EDNA SAINT VINCENT MILLAY.






Hay que seguir la vida
razón de soles y de células,
minúsculas e inconmensurables razones idénticas.

Hay que contestar el teléfono
y arrancar las hojas de los calendarios.
Las uñas crecen y las rosas sangrientas.

Crece el miedo y el fuego de nombre indescifrable.
Todavía los niños aprenden a sumar manzanas
aunque se hayan secado los árboles frutales
y la anciana hace encajes de bautizo
para el niño que morirá de hambre.

Hay que seguir la vida.
Tratemos de recordar todas las causas:
El verbo estaba en el principio en Dios
y después el barro y la costilla,
la palabra del barro y el amor.

Por de pronto, lavemos los cabellos,
hagamos la compra del mercado
y pongamos la hora del reloj.
No hay tiempo de pensar.
Las vitaminas esperan en sus frascos
para ayudar a sostener el sol.

Hay que seguir, siempre la vida.
Después resolveremos el misterio,o tal vez no.

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